domingo, 8 de febrero de 2015

GARBANZOS CON ESPINACAS Y LANGOSTINOS


Ni se cuánto tiempo llevaba aburrido en el congelador un paquete de espinacas; uno de esos paquetes que vienen compactados con forma de un pequeño ladrillo y que son ideales para guardar ocupando poco espacio por su forma de paralelepípedo, precisamente por este motivo de vez en cuando alguno se queda olvidado, escondidito entre otros productos  y ahí le dan las campanadas de nochevieja y cuando llega el Domingo de Resurrección siguen impertérritos en su sitio.


 Hace más o menos un mes que me percaté de su ubicua presencia, y durante este tiempo hasta ahora cada vez que trapicheaba en las bandejas lo miraba con manifiesta alevosía y, un día por otro, pereza se llama eso, lo iba dejando en su involuntario exilio polar.
Hoy, por fin, me he decidido a darle finiquito a su encarcelamiento, a sacarlo de su abnegado ostracismo y lo he arrenjuntao con otras cosillas que también dormían el sueño de los justos en mi cocina (unos langostinos que me sobraron de la cena navideña, un bote de garbanzos cocidos perdido entre bolsas de legumbres y unos ajitos castañas) y entre todos, con mi inestimable ayuda y buen hacer, nos hemos montado un sarao de lo más divertido y sabroso.
Va por ustedes, como dicen los artistas en la Maestranza.


Ingredientes:
300 gramos de espinacas congeladas
300 gramos de garbanzo de bote ya cocidos
8 langostinos, si tienes más pues mejor, que quieres que te diga
2 dientes de ajos
Aceite de oliva, sal, comino y pimentón dulce.

 

Vámonos al lio.
1ª etapa. Mientras hiervo las espinacas en abundante agua con sal (8 minutos desde que empieza el agua a burbujear) pelo los langostos, los reservo y con las cabecitas y carcasa preparo un caldo como si para un fondo de paella se tratase, lo dejo su tiempo para sacarle todo el sabor y que me quede corto y sabroso. Si le ponemos además media pastillita de caldo de pescado mejor que mejor.
Saco los garbanzos de su encierro boteril y les pego un lavado de madre y muy señor mío con el chorro del agua del grifo, que queden bien lavaditos hasta quitarle ese sabor a conservante que no me gusta un pelo

2ª etapa. Una vez cocidas las espinacas las escurro bien, pero  bien, con esmero, y les pego un buen meneo sofriéndolas con dos ajitos troceados en un sartén con un chorreón de aceite, si tengo paciencia y cogen un poco de color, mejor que mejor. Al final agrego una cucharadita de comino y otra de pimentón.
Ya está todo el pescado vendido
3ª etapa. Cazuelita al fuego y dentro los garbanzos y el sofrito de las espinacas, cubro someramente con el caldo de los langostos y dejo que todo cueza bien durante cinco minutos para que los sabores se fusionen, que todo se impregne de todo. Es el momento de incorporar el cuerpecito pelado de los langostinos y dejar otro par de minutos que se hagan.

Unos minutos de reposo y listo Federico.
Servir en plato hondo con un ligero fondo de caldo.

2 comentarios:

  1. Los recursos que puede deparar la trastienda de la nevera o alacena son, aunque puedan parecer escasos, insondables y, a lo mejor por aquello de tener pocas expectativas, los resultados son, con mucha frecuencia, deslumbrantes. Excelente pinta y mejor prosa. Un abrazo.

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    1. En la zona abisal de mi arcón congelador he encontrado auténticas reliquias momificadas, arqueología culinaria de la buena. Aca una cabeza de rape del pleistoceno, en ese otro rincón un taper con no se sabe que misterioso guiso dentro que , por lo menos, por lo menos, tiene que ser de cuando hice la mili, etc, etc. Algún día de estos haré una limpieza a fondo. Es broma, soy de un limpio reluciente que da grima

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