Verdadero esfuerzo el
que he tenido que realizar hoy jueves, festividad de la Inmaculada, para
cumplir con mi obligación. Bien sabe Dios que ayer estaba mu malito, malísimo de
la muerte, tan malo tan malo que por primera vez en los últimos tres años falté
al instituto.
Invariablemente siempre
me pasa igual, puente que se avecina y gripe al canto. No puede ser un miércoles
normalito o un maléfico martes de una semana cualquiera; que va, tiene que ser
cuando hay puente y me entra de sopetón, sin un mínimo aviso que me ponga de
guardia.
Terracita del bar, llena como siempre
Martes 5, día de la Constitución. Por la mañana carraspeo y ligera irritación de garganta, al mediodía me descoso tosiendo y empieza a dolerme el pecho, ligero asomo de mucosidad. Por la noche me duele la caja torácica cada vez que me sacude un espasmo al toser, la nariz parece una estalactita con su gotita cayendo lentamente y la carne al rojo vivo de tanto sonarme. Por la noche, con la nariz taponada, respirando espasmódicamente por la boca, imito todos los ruidos de la selva habidos y por haber, desde el bronco barritar de un elefante en celo hasta la hilarante risa de una hiena, con los consiguientes arreos de mi santa esposa para que me calle. ¡Qué falta de consideración para con un pobre doliente!
Miércoles 6. De perro, el
día auténticamente de perro. Atiborrado de los medicamentos que me mandó la
doctora el lunes por la tarde (flumil, mucovital, algidol, aspirinas..) aguanto
estoicamente, la nariz la tengo como los borrachos de Velázquez, el pecho me
suena como una matraca, la piel de la nariz más fina que la pared celular de
una ameba, pero lo peor de todo son las miraditas de mi santa, esa sonrisita que
atisbo de vez en cuando y que en silencio musita ”pero que flojo son estos tíos”. Por la tarde-noche empiezo a ver la
luz al final del túnel.
Joder, ahora que me
estoy poniendo bueno con los puñeteros medicamentos estoy estreñido.
Destino de este plácido
jueves: Puratasca, en la calle
Numancia, 5, en la castiza y festiva Triana. Recomendado por mi ínclito amigo
Ernesto Diaz del Gastromium (nunca me cansaré de decir lo buena gente que es
Ernesto).
Carta de tapas frías, calientes y de vinos
No hay carta, las tapas
están escritas en una enorme cristalera al final del bar y un solícito camarero
nos ilustra sobre cada una de ellas.
Comenzamos con Fideos con pato (3,70 €). En un plato
hondo de cristal, sobre una base de fideos chinos de un grosor minúsculo y un
bonito color amarillo pálido, aderezados con verduras cortadas en láminas cocinadas
al dente (supongo que en un wok) coronan trozos salteados de pechuga de pato (parece
confit). La presencia es cuanto menos atrayente y el sabor delicado y
delicioso. Hasta mi amiga Espe que no comulga con ninguna comida que huela a
oriente está encantada.
Precioso el plato, y eso que las fotos las hago con el móvil
Piruletas de chorizo (2,90 €). Tal como el nombre indica
cuatro piruletas de chorizo, como si estuviesen en tempura, aderezado con una
salsa de mostaza muy suave y cebollino cortado y presentado en un vaso corto y
bajo sobre una base de patatas pajas, creo que de bolsa. Un curioso y novedoso
bocado. Como había cuatro unidades yo
repetí.
Las piruletas de chorizo con sus patatitas.
Más cervecitas y a por los Raviolis de venado (5,50 €) (luego en la minuta aparece como Raviolis de carrillera). Dos raviolis crujientes y con un toque ligeramente
dulce rellenos de carne (¿venado ó
carrillera?) que se deshace en la boca, de base una salsa espesa y oscura que
me huele que tiene un toque de manzana, sobre ellos patatas pajas y algún
guisante. Nos saben a poco de lo bueno que están.
¿Qué esconderían, venado o carrillada? ¿ O las dos cosas?
Eva se cambia al vino,
copita de Mas Perinet, (3,50 €), nosotros
seguimos de cervezas.
Metidos en faena y
aunque mi mujer está reacia, aconsejados por el camarero nos atrevemos con el Menudo casero (5,50 €). La presentación
muy original en un cazo de lata de los de toda la vida de cocer leche, eso sí
más moderno y de color ……
Generosísimo, eso lo
viertes en un plato sopero y rebosa por
los bordes, suave y tierno, redondo de gusto, un único pero que ponerle, la
salsa estaba un pelín líquida, debería de estar más ligada, más untuosa. Mi
mujer lo probó por primera vez en su vida, Espe y yo nos pusimos pujo.
Chula la presentación y cantidad larga de comida.
Rematamos con Arroz cremoso con magret de pato (5,40 €) una
de las clásicas del local. Nada que decir, que estaba pa mojar pan, como dicen
en mi pueblo, con sus boletus y sus trozos de magret. Untuoso y exquisito.
El arrocito en cuestión.
Ahitos y satisfechos,
pagada la minuta (42,80 €, 8 cervezas, 2
vinos, 5 platos) abandonamos el local no sin antes despedirnos de Raúl.
Muy, muy recomendable.
De los primeros en mi escalafón
De los primeros en mi escalafón
Gracias por leerme
Bien ésta no la conozco, pero además de buena presentación también parece que por la cantidad puede llenar el estomago.
ResponderEliminarComo vivia en la mismisima calle durante su inaguracion, me han tratado alli siempre como la vecina de al lado. Muy buen ambiente, bueos vinos y una carta que cambia segun el mercado. Me gusta mas que La Bulla.
ResponderEliminarAprovechando mi permiso paternal, nos hemos pasado por aquí y hemos probado el plato del día: Salmorejo de fresa con atún, sencillamente exquisito.
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